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"18 BRUJAS DEL MATARRAÑA", de Yol de Yeste. Ilustraciones y grafías en portada y contraportada.

Además de las ilustraciones y grafías en portada y contraportada para su libro, gentilmente Yol de Yeste y su director Guillermo Romero Dronda, nos asignaron dos páginas en la primera edición de su libro para poder explicar la simbología y las “intenciones confesables” de este minado.

También se insertó un código QR, que da acceso al vídeo* que muestra el proceso que llevó la realización de esta pintura que, como todas las que se realizan en nuestro estudio, está hecha con la técnica medieval de temple al huevo y en pergamino.

 

*Acceso al vídeo en https://youtu.be/-Y5sSKTh8BQ

 

Los Intérpretes de la banda sonora del vídeo son las chicharras de los Mallos de Riglos, el arroyo de Santa Cruz de la Serós y el agua de riego del huerto de la Casa Alcaire de Riglos. Todos ellos existen en la Provincia de Huesca (Aragón/España).

 

SOBRE EL MINIADO DE LA PORTADA DEL LIBRO

"18 brujas del Matarraña"

 

________________________________________BESTIARIO

 

Según reflejan los bestiarios de nuestro scriptorivm hay muchas clases de serpientes:

 

Las hay tan grandes y son tan viejas que hasta llevan melena adornando sus cuellos. Generalmente son vistas en maizales y sembrados húmedos, aunque nunca se ha podido localizar su guarida ya que no escupen veneno alrededor de su cubil. Su fuerza hace innecesaria la ponzoña. El color de su natural ya está olvidado en el tiempo y en las cicatrices. Por mucho que mude, poco pigmento renueva: en la sombra acecha, en la sombra habita y en la sombra conspira.

 

La de nuestra ilustración nos dice simbólicamente el por qué a seres despiadados, implacables y sin entrañas los tachamos de “víboras”. Y es que éstas, según nuestros archivos, a la hora de nacer lo hacen mordiendo y desgarrando a su madre de dentro hacia afuera, hasta salir al mundo, provocando, incluso, la muerte de su progenitora que, con anterioridad y posteriormente al apareamiento, se habría comido al macho. Costumbre de los que reptan que, como vemos, las asemeja a muchos seres humanos. Pero esto es otra historia (que a mí me han contado).

 

Podemos ver otra diminuta, pícara y golosa. Va vestida de azul, aunque puede cambiar de color en su próxima muda si le conviene. Nada le ata ni compromete, solo su instinto y sus necesidades marcan la evolución (que posiblemente también puedan sugerir rasgos humanos).

 

La nuestra es de las que, según nos han narrado y vemos reflejado en nuestros archivos, se cuela por minúsculas rendijas en las casas donde hay infantes lactantes y acecha en la sombra hasta que la madre cae rendida, mientras está dando de mamar.

 

Momento en el que sube hasta el regazo de la madre y, con certera puntería, se aboca al pezón de la madre y, succiona la leche nutricia; introduce el rabo en la boca del mamoncete para que no llore si nota que otro ocupa su lugar, el lugar del que se estaba alimentando. Si el bebé se inquietase, la culebra moverá cuidadosamente la punta de su cola en la boca del niño para masajear sus encías, provocando su calma.

 

Así, noche tras noche, los bebés pierden peso y llegan a enfermar. Momento en el que se culpa al diablo o a la maldición de bruja de dicha mengua y enfermedad. Misas, rosarios, ofrendas, pócimas y cantos llegan a la casa para remediarlo, cuando suele ser tarde y el remedio errado. Pero es bien claro que está producido por la causa que decimos. Su remedio sencillo: echar harina en la escalera o acceso a la habitación del bebé para comprobar la firma del reptar de la bicha y, una vez descubierta, que la vigilia permita cazarla y darle rotundo escarmiento.

 

Los sienas camuflan a otras con el suelo y las piedras de donde habitan. Cuidado con ellas, su apariencia podría engañar. Son voraces y ansían la longevidad, la transmutación al gris haciendo placer del dolor de las heridas.

 

La verde es rápida y le gusta la umbría y la humedad. Marca el norte y oculta la signatura. Es la guardiana del secreto.

 

Las hay de múltiples colores y expresiones, pero todas sierpes.

 

 

 

________________________INTENCIONES CONFESABLES

(Se complementa con el vídeo de realización de esta portada*)

 

*Acceso al vídeo en https://youtu.be/-Y5sSKTh8BQ

 

La escoba se quiebra y así obligada, forma el uno. Sus lisas protuberancias marcadas, aún húmedas, se diría que calientes, anhelan al azul. Mientras, solo se escucha el canto de la indolente chicharra.

 

Poco dura la cánula, tan solo un crujir,  y sin aviso, jarras de agua caen del cielo arrojando granizos, algunos con un cabello en su interior… un pelo de bruja. A su olor, sierpes salen de sus cubiles, transgreden el círculo marcado en el suelo por el aliento de su veneno y van en busca de la valiosa pelambre. Ansían engullirlos y formar "la piedra", el carbúnculo, su tesoro y desgracia, que la hará presa de cazadores de tesoros. Pero aún cumpliendo con el bestiario, tal vez nos muestren otra intención, otra clave. Quizás sean ambas, aunque nos ceñiremos a las nuestras, es más certero.

 

Las culebras siguen su instinto, se remueven y el bestiario vuelve a cobrar vida. Y se forma el torrente que acompasa el proceso.

 

Sol, cigarras, lluvia, torrenteras y serpientes respetan el silencio que aquí ocupa tres veces dieciocho segundos… Su silencio… El de ella.

 

Grises, sienas y sinoples se retuercen y devoran, son tres. La trinidad estabiliza y resuelve el conflicto del dualismo.

 

Faltaban cinco, observamos, en apariencia tres. Pero suman cabezas y colas: el ocho está formado. Quedan marcadas las direcciones cardinales y se equilibra el cosmos. 

 

Ocho son ellas: diferentes, instintivas, voraces e implacables.

 

Aunque con el índigo llegan al nueve, tres veces tres, los tres mundos que representa el triángulo (infierno, tierra y cielo) están convocados. Después de él no hay más de una cifra y también, como cuadrado del ternario, es el fin y el comienzo; el paso a la nueva fase, a la renovación. 

 

Como siempre el color ayuda, diferencia y advierte si se sabe leer; y la línea define lo que el ojo tiene que ver. El conjunto deja al albedrío lo que se ha de sentir al mirarlo. O no, ¿quién sabe? ¿Qué ves? ¿Qué vi? Y el torrente suena, arrastra la muda vieja junto a los pelos de bruja… No bebas de ese agua, déjala correr.

 

Y se completa el dieciocho para las nigromantes, para las “18 brujas del Matarraña©” de Yol de Yeste.

 

 

 

*Acceso al vídeo en https://youtu.be/-Y5sSKTh8BQ

 

Financiado por la Unión Europea – Next Generation EU​

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